Enciclopedia de Historia
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AUSTRO-HÚNGARO, IMPERIO - pág.8
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Los servios se negaron a aceptar las condiciones del ultimátum y se mostraron dispuestos a defender su soberanía nacional. El gobierno ruso manifestó en seguida su apoyo a Servia, mientras que británicos y alemanes intentaban mediar en el conflicto.
El 28 de julio, Austria-Hungría declaró la guerra a Servia. La movilización de fuertes contingentes de tropas por Europa no se hizo esperar. El ejército ruso situó sus soldados en la frontera austriaca y alemana. Alemania respaldó la acción de los cuerpos del ejército austriaco y, a principios de agosto, declaró la guerra a Rusia y a Francia. El desencadenamiento de la confrontación entre las alianzas europeas fue inmediato.
Los militares austriacos y una parte de los dirigentes políticos de la monarquía, convencidos de la superioridad de su ejército, auguraron el triunfo y la consolidación del imperio. Sin embargo, la suerte les fue adversa; no sólo perdió Austria la guerra sino que esta derrota supuso el fin del mismo imperio.
Inicialmente, la guerra contó con el apoyo de la población alemana y polaca del imperio, pero los checos se opusieron abiertamente. El ejército austro-húngaro, sometido a los dictados del alto mando alemán, se vio obligado a mantener el combate en varios frentes y a incrementar el contingente de soldados, entre los que se reclutaron numerosos eslavos.
En noviembre de 1916 murió el emperador Francisco José I, que fue sucedido en el trono por Carlos I.
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