Cómo lograr el éxito - pág.22

Bien, les vamos a decir la verdad, esto fue un experimento. Lo cierto es que al principio del año escolar escogimos los nombres de noventa estudiantes al azar de toda la población y los asignamos a sus clases sin saber sus IQ. Pero es sorprendente, como pudo pasar que fueran tan buenos y luego se miraron entre sí y dijeron: Ah! Claro es porque somos los tres mejores maestros de la escuela y le contestaron pues el otro lado de la historia es que pusimos los nombres de todos los maestros en un sombrero y los suyos fueron los primeros tres que sacamos. A esto lo llamamos un doble experimento ciego. Fueron constantes en todo excepto en las expectativas y la expectativa de los maestros fue explícita, pensamos que son maestros excelentes. La expectativa de los maestros sobre los estudiantes fue implícita, nunca hablaron de eso; los maestros trataron a esos estudiantes como si realmente fueran inteligentes y los estudiantes respondieron y maduraron y en una de las clases un estudiante de principio de año al final aumentó veinticinco puntos de IQ. El experimento subsecuente es un estudiante que brincó hasta veintisiete puntos de IQ, lo que prueba que los maestros con grandes esperanzas hacen que salga la inteligencia en los estudiantes que no saben que la tienen. Si se trata a los estudiantes como si fueran inteligentes y se trabaja con ellos como si realmente fueran brillantes, simplemente nos sorprenden en términos de logros académicos.