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Los síntomas fundamentales son visuales (visión borrosa, disminución de la agudeza visual), neurológicos (cefalea, encefalopatía hipertensiva, hemorragia cerebral), cardiológicos (insuficiencia cardiaca congestiva, cardiopatía isquémica aguda) y renales (insuficiencia renal con hematuria, proteinuria, cilindruria y, a veces, insuficiencia renal aguda). Un 10% de los pacientes con hipertensión arterial maligna pueden no presentar síntomas en el momento del diagnóstico. Un tratamiento eficaz puede lograr la remisión de todo el cuadro, tanto clínico como biológico.
hipertensión arterial nefrógena
renal parenchymal arterial hypertension
Fisiología
La secundaria a enfermedades renales diversas (glomerulonefritis, pielonefritis, nefropatías tubulointersticiales, nefropatías congénitas tipo poliquistosis renal del adulto, etc.), en relación con un aumento de la producción de sustancias vasoconstrictoras (angiotensina II, norepinefrina), disminución de la excreción renal de sodio o de ambas. Puede producir un incremento de la presión capilar glomerular (alteración de la autorregulación renal), que puede afectar aún más al daño renal y condicionar glomerulosclerosis. El control efectivo de la hipertensión arterial, especialmente con inhibidores de la enzima de conversión, enlentece el ritmo de progresión de la nefropatía (además, la inhibición de la angiotensina II elimina la acción mitogénica e hipertrófica de este péptido en las células glomerulares).
hipertensión arterial paroxística
hypertensive crisis hypertension
Fisiología
Llamada también crisis hipertensiva, se puede presentar como una urgencia o emergencia hipertensiva. La urgencia hipertensiva se define como la objetivación de cifras altas de presión arterial, en un paciente previamente asintomático o con síntomas inespecíficos, con afectación leve o moderada de los órganos diana. No significa un riesgo vital inmediato, si bien debe ser tratado eficazmente para conseguir controlarla dentro de las primeras 24 horas, tras el diagnóstico.
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