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Las fuentes de progenitores hematopoyéticos puede ser la médula ósea, o la sangre periférica, aunque en los últimos años también se está ensayando la obtención a partir de cordón umbilical. Sin embargo, el pequeño volumen de sangre que se puede obtener de cada cordón hace que el número de progenitores totales no sea muy alto. Por ello, la mayoría de estos trasplantes se han realizado en niños y en adultos de menos de 50 kg de peso. La extracción de la médula ósea se realiza bajo la anestesia general mediante varias punciones aspirativas en las crestas ilíacas. En el caso de los trasplantes de sangre periférica, se necesita una movilización previa de las células madre de la médula a la sangre periférica. El método más empleado es la administración de unas sustancias llamadas factores de crecimiento. En ocasiones, se combina la utilización de quimioterapia y de factores de crecimiento. La recogida de las células progenitoras de la sangre periférica se realiza mediante separadores celulares. Los aparatos más utilizados son de flujo continuo. La máquina recoge la capa linfomonocitaria, devolviendo el resto de los componentes de la sangre al paciente. El proceso dura unas cuatro horas. La criopreservación consiste en las células obtenidas, bien a partir de médula ósea o de la sangre periférica, se congelan con una sustancia crioprotectora, el dimetilsulfóxido, y se conservan en nitrógeno líquido hasta el momento de la realización del trasplante. La descongelación se realiza en un baño a 37º C, y la infusión se lleva a cabo a través de un catéter en los siguientes 15 minutos.
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