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Pieza fundamental en el desarrollo de las técnicas de edificación, el arco ha seguido en su evolución un curso paralelo al de la propia arquitectura.
En términos técnicos, el arco se define como un elemento constructivo y de sostén que, de forma más o menos curva, cubre el vano, o espacio, existente entre dos puntos fijos. Construido tradicionalmente en piedra o ladrillo, el arco está constituido por una serie de piezas o dovelas, acopladas unas a otras; la inferior de cada lado se llama imposta, y la central y más elevada clave. Esta estructura permite que las piezas permanezcan unidas por la presión de unas sobre otras, al tiempo que, cuando se hallan en una pared, reparten los empujes de ésta sobre las dovelas, transmitiéndolos a los puntos fijos, por lo general pilares o columnas. Ello hace posible introducir espacios en los muros sin que su resistencia se vea afectada.
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