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Al pie de la sierra de Guadarrama, a unos cuarenta kilómetros al noroeste de Madrid, capital de España, se alza el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, máxima expresión de los ideales políticos y religiosos del rey Felipe II.
Realizado en granito de la sierra, el inmenso monasterio de El Escorial -nombre que tomó de una aldea cercana- fue construido entre 1563 y 1584, por iniciativa de Felipe II, en acción de gracias por la victoria conseguida en la batalla de San Quintín en 1557, en la que los españoles, junto con fuerzas alemanas, flamencas y húngaras, se enfrentaron al ejército francés. Como esta batalla había tenido lugar el día de San Lorenzo, el monasterio fue puesto bajo la advocación de este santo y su símbolo de martirio, la parrilla, sirvió de esquema para la planta del edificio: un gran rectángulo con un saliente en la parte oriental y cuatro torres en la esquinas.
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