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Emblema de resistencia y solidez, la torre ha sido desde la antigüedad un tipo de construcción adecuado a diversos fines: defensa, vigilancia, llamada a la oración, transmisiones, etc.
Se denomina torre a una estructura o construcción que puede presentarse aislada o adosada a un edificio, de altura siempre mayor que la anchura y con forma variable según su planta.
En las edificaciones antiguas la función de la torre solía ser la vigilancia, aunque también cumplió un importante papel en el culto, por ser el lugar elevado desde donde se llama a la oración, bien a través de la voz del almuédano en el minarete musulmán, o mediante las campanas instaladas en las torres de las iglesias cristianas. Otros usos fueron condicionados por la situación de la torre, caso de los faros en las costas, o las torres de vigía y control erigidas como sistemas de comunicaciones y transmisión de mensajes, y en las entradas de los puertos, los aeropuertos, los acuartelamientos, etc. En otros casos, la torre servía de habitación -la torre del homenaje en los castillos medievales, donde residía el señor-, o cumplía funciones cívicas en los palacios municipales.
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