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Los hallazgos e investigaciones del siglo XV hallaron su culminación en la centuria siguiente, el Cinquecento. El centro artístico se trasladó a Roma, donde destacaron las figuras geniales de Leonardo da Vinci, Miguel Ángel y Rafael, que consiguieron un arte equilibrado y de formas perfectas. A su vez, en el tránsito del siglo XV al XVI, una serie de artistas venecianos (Giovanni Bellini, Antonello da Messina), conocedores de la técnica del óleo, perseveraron en el estudio de la luz, el color y el paisaje, y sentaron las bases de la magnífica escuela veneciana del XVI (Tiziano, Tintoretto y Veronés).
El esplendor del clasicismo del Cinquecento dio paso a una época de crisis. Los sucesivos artistas se dedicaron a copiar a los maestros, cayendo en el llamado "manierismo" (pintar a la maniera de), como fue el caso de Andrea del Sarto. A fines del XVI, dicho manierismo evolucionó hacia un estilo ecléctico que más tarde desembocó en el barroco.
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