Rococó - pág.3

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La alta burguesía de París se hizo construir pequeñas residencias acogedoras que reflejaban el nuevo gusto: ambientes agradables de decorado preciosista, colores claros, formas graciosas en el mobiliario, gran profusión de artes decorativas, etc. La aristocracia fue optando cada vez más por los palacios en las afueras de París, donde el gusto por la naturaleza y una aparente ingenuidad pastoril compondrían el tema de inspiración para muchos pintores de la época. El espacio interior se cuidó con gran detalle: todo en él constituía un conjunto, y como tal se diseñaba. Motivos como la rocalla y la concha aparecían por todas partes y se mezclaba con elementos exóticos y orientales (chinoiserie ), vegetales o fantásticos de gusto anticlásico. En Francia destacaron los arquitectos Germain Boffrand (Hôtel de Soubise, París) y Robert de Cotte (Galería Dorada del Hotel La Vrillière). En Alemania, el influjo del rococó francés fue activado por la presencia de artistas franceses como François de Cuvilliés, que decoró el teatro de la Residencia de Munich y el pabellón de caza de Amalienburg en el palacio de Nymphenburg, también en Munich. Balthasar Neumann realizó las iglesias de Neresheim y Vierzehnheiligen (de los catorce santos) y el palacio de Würzburg. En el palacio de Belvedere, en Viena, los diseños que los arquitectos franceses reservaban para el interior salieron al exterior del edificio. De gran riqueza decorativa es la abadía benedictina de Melk, en cuyo interior, decorado por Jacob Prandtauer, quedó patente el gusto por las bóvedas pintadas con sorprendentes efectos ilusionistas, que en Italia, Austria y España serían realizadas por el pintor italiano Giovanni Battista Tiepolo, el gran exponente del rococó italiano.