Tapicería - pág.4

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Las manufacturas de tapices se crearon en Europa como resultado de la voluntad individual de nobles o príncipes. Francia se puso a la cabeza en la iniciativa estatal de la fabricación a gran escala en 1662, cuando Luis XIV y su ministro Jean-Baptiste Colbert fundaron la manufactura parisiense de los Gobelinos. Este taller, que debía su nombre a una célebre familia de tintoreros, alcanzaría tal renombre que el término gobelino llegaría a convertirse en sinónimo de tapiz. En España, en la fábrica de Santa Isabel trabajaron tejedores flamencos durante el siglo XVII y en el XVIII se creó la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara en Madrid, cuyas producciones partieron en buena parte de los cartones diseñados por Anton Raphael Mengs, Francisco Bayeu y, especialmente, Francisco de Goya. Con posterioridad, las nuevas posibilidades de los colorantes químicos y sintéticos perfeccionaron la tendencia de imitación pictórica. Se hicieron copias de cuadros famosos y réplicas de otros tapices, pero con un estilo frío y académico que sería rechazado por el movimiento británico Arts and Crafts y por los modernistas, que volvieron a prestar atención a las calidades propias del tapiz. En el siglo XX se dieron algunas iniciativas para interesar a los pintores en la técnica del tapiz. La manufactura privada de Marie Cuttoli hizo dos de los primeros intentos entre 1925 y 1930, con la realización de tapices sobre dibujos de Pablo Picasso, Georges Ronault y otros maestros. Jean Lurçat impulsó también el arte de la tapicería desde 1939, promoviendo la Bienal Internacional de la Tapicería de Lausana, celebrada por primera vez en 1961.