Vitral - pág.2

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Desde el siglo XIII la vidriera se concibió no como una obra singular sino como parte de un conjunto iconográfico narrativo compuesto por todos los vanos del edificio. Además, se difundió especialmente la grisalla, tipo de composición que aporta al vidrio efectos de claroscuro, y se sentaron las bases para un tratamiento más pictórico y decorativo de la vidriera, que llegaría a su culminación preciosista con la Sainte-Chapelle de París, cuyos muros fueron sustituidos completamente por vitrales. Desde Francia irradió en el siglo XIII el arte del vitral a toda Europa, sobresaliendo los realizados en Alemania (San Cuniberto de Colonia), Inglaterra (catedral de Canterbury), España (catedral de León) e Italia (San Francisco de Asís). En el siglo XIV disminuyó la importancia del vitral francés y cobró fuerza el ejecutado en Italia, donde se llevaron a la práctica las conquistas espaciales y volumétricas alcanzadas por el pintor Giotto. En siglos posteriores el vitral fue perdiendo preeminencia decorativa conforme triunfaba la estética renacentista y, sobre todo, tras la llegada del barroco y el neoclasicismo. El siglo XIX lo rescató del olvido para prestarle una nueva atención en estilos como el modernismo y el simbolismo. Ya en el siglo XX, algunos pintores consagrados como Georges Rouault, Fernand Léger, Marc Chagall y Henri Matisse se sintieron atraídos por esta técnica artística.