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Técnicas En primer lugar ha de realizarse el cartón o modelo, con cobres incluidos, de la vidriera que quiere construirse. Dicho modelo se pasa a un papel liso e indeformable que será recortado en trozos de colores diferentes para formar una plantilla. Esas plantillas permiten luego recortar vidrios de colores mediante puntas de hierro al rojo o mediante puntas de diamante. Una vez enfriadas las piezas se montan introduciendo sus bordes en tiras de plomo o vergas que se sueldan entre sí con estaño. Se forma así una especie de red irregular insertada en un bastidor de hierro que se coloca en el vano correspondiente. La policromía se realiza con vidrios de varios colores o bien aplicando un procedimiento de tipo pictórico sobre la placa. Las principales sustancias colorantes son los óxidos metálicos disueltos en la pasta vítrea fundida. Las vidrieras más antiguas poseían una reducida gama de colores y era común el empleo del plaqueado o superposición de distintos vidrios para obtener un color determinado. Este método resultaba muy útil para conseguir el rojo, color que con facilidad tiende a hacerse opaco, de ahí que se dispusiera un vidrio rojo muy fino con una placa incolora superpuesta hasta igualar el grosor de las demás piezas. Otros aditivos eran el grafito, con incisión en un color para dejar traslucir el tono inferior, y la grisalla, tono pardo adicional con el que se realizaban pictóricamente detalles, adornos y efectos volumétricos.