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Entre los años 1926 y 1930, la plena adhesión a la abstracción geométrica de algunos grandes maestros del cubismo, como Léger y Auguste Herbin, desplazó el centro del arte abstracto hacia París. Surgieron allí dos grupos importantes, Cercle et Carré y Abstraction-Création, que aglutinaron a artistas de las más diversas nacionalidades: Van Doesburg, Gabo, Pevsner, Mondrian, Herbin, Jean Arp, Kupka, Joaquín Torres García -introductor de la abstracción geométrica en América latina-, etc. La aportación fundamental de Abstraction-Création consistió en las investigaciones ópticas, especialmente las que se centraron en los fenómenos vibratorios de las composiciones geométricas de color. También en esta línea geométrica figuró el trabajo del guatemalteco Carlos Mérida.
La abstracción geométrica tras la segunda guerra mundial
Al final de la segunda guerra mundial proliferaron numerosos movimientos que ampliaron, profundizaron y continuaron la abstracción geométrica, aunque pudieran divergir, a veces, de sus planteamientos originales. El op art (optical art, arte óptico), entre cuyos representantes cabe citar a Victor Vasarely y al venezolano Jesús Soto, persiguió, mediante la búsqueda de formas geométricas que pusieran de manifiesto los aspectos ópticamente alternantes de la luz y del color, el logro de una ilusión de movimiento. Su paralelo en escultura fue el arte cinético de Alexander Calder, el grupo Zero, Jean Tinguely, el grupo Nul y Nicolas Schöffer, entre otros. El ars accurata (Richard Paul Lohse), constructivismo matemáticamente puro basado en estructuras cibernéticas, desembocó en el "arte por computadora" (computer art), que adoptó en el plano artístico la moderna teoría de la información.
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