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La literatura bizantina, una de las más importantes del Medievo, se expresó preferentemente en lengua griega y se inspiró tanto en las fuentes helenísticas, de carácter profano, como en la tradición cristiana oriental. Al igual que ocurrió con la producción artística, la vida literaria bizantina giró alrededor de su capital, Constantinopla.
Durante la época del emperador Justiniano, los géneros más frecuentes fueron la literatura religiosa, de carácter doctrinal, que contó con el teólogo Leoncio de Bizancio, y la historiografía, en la que destacó Procopio de Cesarea, autor de Historia de las guerras, relato de los hechos de Justiniano contra persas, godos y vándalos.
La crisis iIconoclasta no afectó en gran medida a la labor literaria, que acabó consolidando los hallazgos de la época de Justiniano. Destacó en la primera mitad del siglo VIII el filósofo san Juan Damasceno, que escribió Fuente del conocimiento, donde recogió las principales doctrinas de la patrística.
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