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Antes de proceder a su cocción en el horno, fase que se denomina cochura, se deja secar el objeto hasta que adquiere consistencia, y se efectúan entonces el retoque de los defectos, así como determinados tipos de decoración. Entre las técnicas decorativas más frecuentes se encuentran la impresión y el estampado, efectuados con cuerdas, paja o rodillos grabados; y el esgrafiado, consistente en incisiones efectuadas con un instrumento punzante sobre la arcilla blanda y cubiertas, en ocasiones, con algún color.
Sin embargo, el elemento decorativo de mayor importancia suele ser el barniz o vidriado, que se aplica bien sobre la pieza cocida, al someterla después a una segunda cocción, o bien sobre la arcilla en crudo. Los barnices pueden ser transparentes u opacos, y resulta posible colorearlos mediante la adición de óxidos metálicos, que suelen cambiar de color tras pasar por el horno. Los principales óxidos empleados proceden de metales como el cobre (verdes), el manganeso (violetas), el cobalto (azules) y el hierro (rojos).
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