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Entre los animales son sin duda los mamíferos carnívoros, en particular los félidos (león, tigre, leopardo, etc.), los más destacados representantes del fenómeno predador. No obstante, este tipo de interacción está ampliamente extendido y desde los protozoos (caso de la ameba, por ejemplo) hasta los insectos (mantis o ditiscos, entre otros) y las estrellas de mar, pasando por las arañas, los escorpiones, las actinias y muchos moluscos, no hay grupo zoológico que no cuente con alguna especie predadora, en mayor o menor medida.
Entre los vertebrados, peces (tiburones, barracudas, lucios, etc.), anfibios, reptiles (serpientes, cocodrilos, lagartos), aves (rapaces, pájaros y otros muchos) y mamíferos (no sólo los carnívoros) matan a otros seres vivos para alimentarse. De hecho, también muchos animales herbívoros entran dentro de la definición de predador en sentido amplio, pues depredan el reino vegetal y destruyen las plantas de que se nutren. Otros, como los rumiantes, se limitan a arrancar ciertas partes de las mismas pero no impiden su ulterior crecimiento.
La predación ha dotado a muchas especies cazadoras, a través de los mecanismos adaptativos, de eficaces armas ofensivas y de características anatómicas y funcionales que rozan la perfección en relación con la misión que desempeñan.
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