Enciclopedia de Botánica
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Flor - pág.8
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Las inflorescencias indefinidas o racemosas, como también se las llama, constan de un eje o vástago que tiene un crecimiento indefinido y a los lados del cual van distribuyéndose las flores. Éstas en ningún caso obstaculizan el crecimiento del eje. Dentro de esta configuración general existen numerosas variantes. Cuando a ambos lados del eje o tallo se disponen una serie de flores que brotan directamente del mismo, sin que posean pedúnculo (se habla en este caso de flores sentadas), se denominan espigas: a esta clase pertenecen las del llantén. Si, por el contrario, las flores muestran pedúnculo, se habla de racimo, como en la linaria. Un caso particular de espiga es aquella en la que todas las flores son del mismo sexo y se insertan en un vástago flexible, lo que resulta característico de algunos árboles, como el álamo, el sauce o el avellano. Otras veces la espiga es carnosa y maciza y está rodeada por una gran bráctea, como en las calas.
Otros tipos de inflorescencias simples son: la umbela, formada por varias flores pedunculadas que parten de un mismo punto y alcanzan la misma altura, caso de la familia de las umbelíferas, llamada así por tal motivo, que incluye, entre otras, al anís, al apio y a la zanahoria, el corimbo, en el que las flores, asimismo pedunculadas, surgen de puntos distintos y llegan a la misma altura, como sucede en el peral; y la cabezuela o capítulo, integrada por cierto número de flores sentadas que salen en el extremo de un mismo pedúnculo floral, inflorescencia característica de las plantas de la familia de las compuestas, a la que pertenecen los cardos, la margarita, el girasol y los dientes de león.
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