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Probablemente originario de China, el melocotonero se introdujo en épocas tempranas en la India, Persia y más tarde en Grecia, y desde este último lugar pasó a otras zonas del sur de Europa, donde pronto alcanzó gran aceptación. Tras el descubrimiento de América, el árbol fue llevado al Nuevo Mundo y, modernamente, algunos países americanos, como los Estados Unidos, Chile y la Argentina, se cuentan entre los principales productores de melocotones del mundo.
El melocotonero (Prunus persica) es un árbol de la familia de las rosáceas, cuya altura no llega a los cinco metros. Las hojas, de color verde claro, son lanceoladas, y las flores, que salen antes que las hojas, son blancas o rosadas. El fruto, el melocotón, es carnoso, de forma esférica, de piel fina y cubierta por una suave y característica pelusa. Tanto la piel como la carne presentan un tono rojizo, amarillento, anaranjado o rosado, según la variedad.
El melocotón, también conocido como durazno y albérchigo, es una fruta dulce, con un sabor ligeramente ácido, sabrosa y apreciada por lo delicado de su carne.
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