Biblioteca y Biblioteconomía - pág.8

Arquitectura e instalaciones. La forma de una biblioteca determina su grado de eficiencia, su capacidad de conservación y su seguridad. Las grandes bibliotecas antiguas eran edificios de excelente iluminación y distribución. Durante el Medievo la biblioteca constó generalmente de un pasillo con doble hilera de ventanas; los libros se colocaban en un armarium, consola con varios estantes a los que los libros estaban sujetos con cadenas, y que incluía un pupitre y un banco fijo. Desde el Renacimiento fue posible ocupar las paredes con estanterías para los volúmenes, ahora más pequeños; sin embargo, el criterio arquitectónico consistía más bien en lograr la magnificencia del conjunto.
Fue el antes citado Panizzi quien modificó el sistema de construcción de las bibliotecas. Para la del Museo Británico diseñó una sala circular bajo una bóveda, cuyas ventanas proporcionaban luz. Los pupitres de lectura formaban radios alrededor de un mostrador central, y contra las paredes, sobre sucesivas estanterías de hierro y cemento, se ordenaban los volúmenes, a los que se llegaba por medio de varios niveles de escaleras.
Su idea fue imitada en todo el mundo, aunque los edificios así creados no solían proveer suficiente espacio para, por ejemplo, las actividades administrativas.