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No obstante, los humanistas, inspirados por la figura de Francesco Petrarca, se dedicaron a la afanosa recuperación de las obras clásicas griegas y latinas. La revolución de la imprenta Aunque la xilografía o impresión en madera era conocida en Japón y China desde el siglo VIII, no llegó a Europa hasta el siglo XV, y se empleó en principio para la estampación de telas. Hacia mediados de dicha centuria se produjeron en los Países Bajos y Alemania los primeros libros xilográficos, por lo general pequeñas obras piadosas o de contenido profano. En el siglo XI comenzó en China la impresión con tipos sueltos. Sin embargo, dada la complejidad de la escritura china, la aplicación práctica al libro de estos tipos se produjo propiamente por obra de Johannes Gutenberg, de Maguncia, a mediados del siglo XV. Tal aplicación se tornó eficaz gracias a la creación por parte de Gutenberg de un instrumento práctico de fundición y producción de tipos sueltos. Este invento revolucionó la historia del libro y lo constituyó en lo que es hoy, el vehículo por excelencia de la ciencia y de la cultura.