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Entre los nombres posteriores que mantuvieron la popularidad de la lidia son dignos de mención Domingo Ortega, Manuel Rodríguez, Manolete, gran continuador de la tradición belmontina, los mexicanos Carlos Arruza y Manuel Martínez, Antonio Bienvenida, Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordóñez y la discutida y mundialmente célebre figura de Manuel Benítez, El Cordobés.
Desarrollo de la lidia
Las corridas de toros constan de la lidia de seis reses, dos para cada uno de los tres toreros -si bien en ocasiones este número puede reducirse a dos, en el llamado "mano a mano", o incluso a un único diestro-. La lidia se halla dirigida por el matador, al que acompaña una cuadrilla de subalternos formada por tres o cuatro banderilleros, dos o más picadores y un "sobresaliente", destinado a sustituir a quien encabeza la cuadrilla en caso de que éste sufra algún percance.
Una vez realizado el paseíllo o desfile de las cuadrillas, en el que también participan monosabios, y areneros, dedicados a funciones auxiliares, se introduce en la arena de la plaza el primer toro, con lo que da comienzo propiamente la lidia.
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