Agnosticismo

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La identificación del agnosticismo con el escepticismo filosófico, por un lado, y con el ateísmo religioso, por el otro, ha dado al adjetivo "agnóstico", de uso muy extendido, una pluralidad de significados que induce a confusión. El término "agnosticismo" apareció por primera vez en 1869 en un texto del británico Thomas H. Huxley: Collected Essays (Ensayos). El autor se inspiró en un pasaje de san Pablo en el que se alude al altar erigido en Atenas "al dios desconocido". Huxley empleó el término oponiéndolo a "gnosticismo" (del griego gnosis, "conocimiento"), y con él aludía a la actitud filosófica que niega la posibilidad de dar solución a todas aquellas cuestiones que no pueden tratarse desde una perspectiva científica, y muy en especial a las de índole metafísica y religiosa. Pretendía refutar así los ataques de la iglesia contra el evolucionismo de Charles Darwin, quien también se había declarado agnóstico. Bases históricas La definición de Huxley daría lugar a diferentes concepciones del agnosticismo. El propiamente filosófico sería el que limita el conocimiento al ámbito puramente racional y científico, y niega este carácter a la especulación metafísica. Estas concepciones, que pueden rastrearse ya en los sofistas griegos, hallaron formulación precisa en el siglo XVIII en las tesis empiristas del británico David Hume, que negaba la posibilidad de establecer leyes universales válidas a partir de los contenidos de la experiencia, y en el idealismo trascendental del alemán Immanuel Kant, quien afirmó que el intelecto humano no podía llegar a conocer el noúmeno o cosa en sí, es decir, la esencia real de la cosa.