Enciclopedia de Filosofía
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Descartes, René - pág.4
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Es la aplicación positiva de la duda metódica.
Es así como empieza a "pasar revista" a todos los conocimientos que previamente había descartado al comienzo de su búsqueda. Y al reconsiderarlos se da cuenta de que las representaciones son de tres clases: ideas "innatas", como las de verdad, justicia, sustancia; ideas "adventicias", originadas por las cosas exteriores; e ideas "hechas por mí mismo", las que son tenidas como creaciones de nuestra fantasía, tales como los monstruos fabulosos, etc.
Ahora bien, llegado a este punto, Descartes introduce una nueva cautela en la aceptación de las ideas. Podría ocurrir, dice, que los conocimientos "adventicios", que yo considero como correspondientes a impresiones de cosas que realmente existen fuera de mí, hubieran sido provocados por un "genio maligno" que quisiera engañarme. Sin embargo, esta hipótesis es rechazada de inmediato, pues, por otra parte, entre las ideas que encuentro en mí mismo, sin correlato exterior sensible y que he denominado "innatas", está la idea de Dios. Dado que la idea de Dios posee unos atributos, como la infinitud, que no pueden provenir de ninguna parte, es necesario que Él los haya puesto en el intelecto. Por tanto, Dios existe; y dado que la idea de Dios es la de un ser perfecto, Él es incapaz de engañarse ni engañarme.
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