Criología - pág.5

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Cuando en la década de 1930 se llegó a obtener una temperatura del orden de los 0,7 kélvines por ebullición de hidrógeno líquido a presión reducida, no se pudo superar este límite, ya que no había manera de obtener mayores velocidades de aspiración de vapores o aislamientos más perfectos. Posteriormente, en la década de 1960, se lograron temperaturas inferiores, del orden de la millonésima de kelvin, al imanar, con un campo magnético muy intenso, un cuerpo paramagnético, es decir, capaz de ser atraído por un imán, y enfriado hasta la temperatura de helio líquido. Al suprimir el contacto térmico con un baño de helio y desimanarlo, sin intercambio de calor con el exterior, el cuerpo queda a temperatura más baja que la inicial, puesto que el trabajo del sistema al desmagnetizarse se hace a costa de su energía interna, con lo cual desciende su temperatura, que es una medida de esa energía interna. Aplicaciones criológicas La industria del frío, perfeccionada notablemente a partir de mediados del siglo XX, se ha extendido rápidamente como consecuencia de la necesidad de conservar en las mejores condiciones posibles ingentes cantidades de productos alimenticios.