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Esta civilización compleja se extendió, a través de los imperios de los Maurya (321-185 a.C.) y de los Gupta (320-540 de la era cristiana), hacia el Nepal, el Himalaya, el Tíbet, Siam (Tailandia), Indonesia, Sri Lanka y el reducto dravídico del Decán.
Entre los años 327 y 325 a.C., Alejandro Magno dirigió una expedición que alcanzó el valle del Indo. En la primera mitad del siglo II a.C., dos reyes griegos, Demetrio II y Menandro, extendieron su poder desde el cercano oriente a la India.
Auge del hinduismo. La disolución del imperio de los Gupta, provocada en parte por la invasión de los hunos, condujo a la edad media india, en la que el país se fraccionó en centenares de estados independientes. Esta época, que se prolongó hasta el siglo XIII de la era cristiana, se caracterizó por el triunfo de los guerreros y el declive de los comerciantes, y por la persecución de los fieles del jainismo y del budismo. Los brahmanes recuperaron su antigua autoridad religiosa e impusieron el sincrético hinduismo que se había ido formando con el tiempo a partir de elementos védicos y posvédicos, de elementos no arios y de una multitud de cultos y prácticas particulares, incluidos los preceptos de pureza, no violencia y vegetarianismo tomados del jainismo y del budismo. El hinduismo culminó en la coexistencia de tres grandes dioses en "la cumbre": Brahma, aceptado como creador del mundo, Visnú, conservador, y Siva, destructor.
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