RÍO DE JANEIRO

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La bellísima imagen de Río de Janeiro, extendida entre montañas, lagunas y playas en un escenario natural inigualable, se ha convertido en una promesa de alegría y sensaciones para los turistas de todo el mundo. No obstante, la antigua capital de Brasil, además de un paraíso turístico de primer orden, es una ciudad fabril, un centro económico de gran importancia y uno de los mayores focos de irradiación cultural de América. Historia La bahía de Guanabara, en la que se encuentra enclavada la ciudad, fue descubierta en fecha muy temprana por los navegantes portugueses, que arribaron a ella el 1 de enero de 1502, confundiéndola con la desembocadura de un río. De este hecho derivó el nombre de la futura ciudad, que significa "río de enero". A pesar de su valor estratégico, la región permaneció sin colonizar durante varios decenios. En 1555, una colonia de hugonotes franceses, al mando de Nicolas Durand de Villegaignon, se instaló en una isla en el interior de la bahía. Fue entonces cuando el gobernador portugués de Brasil, Mem de Sá, decidió establecer en la región una población permanente de portugueses, con objeto de expulsar a la colonia francesa, lo que consiguió en 1567. Dos años antes, su sobrino, Estácio de Sá, había fundado, en la ribera derecha (sudoriental) de la boca de la bahía, un poblado fortificado que fue el origen de la posterior ciudad.