TÍBER, RÍO

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Considerado un dios, el Tíber era representado en la antigua Roma como un anciano recostado junto a la loba que amamantaba a Rómulo y Remo. Uno de los mayores ríos de Italia, con 405 km de longitud, el Tíber nace al pie del monte Fumaiolo, en los Apeninos toscanos. Inicia su recorrido, en dirección general hacia el sur, entre montañas, regando valles y atravesando gargantas, por las tierras de Toscana, Umbría y el Lacio. Recibe al Paglia por su derecha y al Nera por su izquierda. En la última parte de su curso atraviesa la ciudad de Roma y pocos kilómetros después se divide en varios brazos, formando un delta antes de entregar sus aguas al mar Tirreno. El régimen del Tíber es irregular; las avenidas inundaban algunos barrios romanos antes de que, en tiempos relativamente recientes, se canalizara el río a su paso por la "ciudad eterna". Aunque nunca ha debido de presentar condiciones muy favorables para la navegación, existe la evidencia histórica de que, cuando Roma se fundó a sus orillas, en el siglo VIII a.C., el Tíber ya era una vía de comercio regional importante. La Roma clásica se valía del río para el transporte hasta el corazón de la ciudad de grandes cantidades de cereales, vino y aceite desembarcados en el puerto de Ostia Antica, junto a su desembocadura.