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En primer lugar estaban los brahmanes, sacerdotes, señores de lo espiritual; después figuraban los ksatriya, guerreros, príncipes y grandes señores; la tercera categoría la formaban los vaishya, pequeños agricultores, artesanos, ganaderos y mercaderes; y la cuarta y última los shudra, que originariamente eran los indígenas sometidos. Con el paso de los siglos, las cuatro castas iniciales se fueron subdividiendo.
Los primeros esplendores del jainismo y del budismo. A través de un lento proceso, en los siglos VI y V los principados se convirtieron en monarquías, y las ciudades, dominadas por aristocracias locales, volcaron su actividad hacia el comercio. La lejana ciudad de Adén, en Arabia, era el gran mercado que reexpedía el hierro indio hacia el Mediterráneo. En este medio, comparable en cierto modo al de la Grecia coetánea, se desarrollaron dos grandes religiones que procuraban la salvación individual: el budismo, mediante el ascetismo y la negación del deseo, y el jainismo, a través de la mortificación personal. Ambas religiones "seculares", no aceptadas por los brahmanes, fueron propagadas por los comerciantes.
Los imperios. A lo largo del siguiente milenio, el jainismo y el budismo alcanzaron gran difusión, mientras que los brahmanes se ampararon en los cultos populares para defender su posición. La sociedad, en la que las artes y el pensamiento alcanzaron gran esplendor, se jerarquizó cada vez más con la creación de millares de castas; en el nivel más bajo, más allá de toda estimación, quedaron los parias y los intocables.
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