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De los primitivos pueblos itálicos, destacó el etrusco que llegó a dominar el territorio comprendido entre los ríos Tíber y Po. También en torno al año 1000 a.C. navegantes griegos fundaron numerosas colonias en el sur: Siracusa, Agrigento, Catania, Tarento, Ischia, etc.
La ciudad de Roma, fundada según la tradición el año 753 a.C., estuvo al principio sometida al poder etrusco; más tarde se independizó e inició su crecimiento territorial, de forma que en el siglo II a.C. dominaba toda la península itálica. En los albores de la era cristiana, prácticamente la totalidad de lo que hoy es Italia gozaba de la ciudadanía romana.
La edad media. Tras la caída del último emperador romano, en el año 476, el poder pasó a un pueblo bárbaro, el ostrogodo, que invadió Italia desde las fronteras balcánicas del imperio bizantino. A mediados del siglo VI, las tropas del emperador bizantino Justiniano sometieron al reino ostrogodo, y la mayor parte de Italia quedó convertida en un exarcado bizantino, con capital en Ravena. Pocos años más tarde, a partir del 586, un nuevo pueblo bárbaro, el lombardo, se apoderó del norte del país, aunque los bizantinos siguieron siendo dueños de muchas regiones costeras. En las luchas entre lombardos y bizantinos, el papado de Roma procuró mantener un equilibrio, mientras iba acrecentando su poder temporal.
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