RUSIA - pág.44

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La política expansionista de Nicolás I fue notable: el imperio extendió sus fronteras hacia el sudeste; conquistó una buena parte del Asia central, al este del mar Caspio, y en Asia oriental exploró el curso bajo del río Amur y descubrió el estrecho de Sajalín. Sin embargo, su gobierno recibió un duro golpe con la desastrosa derrota rusa en la guerra de Crimea contra turcos, británicos y franceses. El Imperio Ruso para entonces tenía una población multilingüe, multirreligiosa y multirracial de alrededor de cincuenta millones de habitantes. La mitad de ellos estaban sometidos al régimen de servidumbre y la parte restante del campesinado carecía de derechos. La conquista del territorio polaco agregó, por otra parte, una importante población judía al país. El fracaso de la modernización y la revolución rusa. La derrota de Crimea puso al descubierto el atraso tecnológico ruso con respecto a Europa. Para el nuevo zar, Alejandro II (1855-1881), un primer paso hacia la modernización exigía la abolición de la servidumbre, ya que, según él, los riesgos que entrañaba el desmantelamiento del sistema establecido eran menores que los que se correrían de dejarlo como estaba. Pero la emancipación, proclamada en 1861, fue mal recibida tanto por los campesinos, ahora progresivamente dueños de la tierra, como por los radicales, pues ahora aquéllos debían comprar, a menudo a muy alto precio, la tierra que por generaciones habían trabajado.