ESPAÑA - pág.37

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En 1520 estalló la rebelión de las comunidades de Castilla, que fue aplastada, tras la batalla de Villalar, un año después. La burguesía de las ciudades castellanas, que había nutrido las filas comuneras, perdió toda capacidad de resistencia política. Las grandes campañas europeas del ya emperador Carlos V se financiaron desde entonces a expensas de los impuestos recaudados en Castilla. A cambio, la nobleza castellana accedió a los principales cargos del imperio, en Europa y América. Carlos se enfrentó victoriosamente a Francia, intentó imponer el ideal medieval del imperio cristiano en Europa, fracasando frente a la rebelión protestante, y hubo de contener, con resultado incierto, el peligro turco en el Mediterráneo. Su sucesor en el trono español, Felipe II (1556-1598), recibió de su padre los inmensos territorios de España, Italia, Flandes y América, pero no Alemania. En 1580 fue reconocido rey de Portugal, consiguiendo la unión ibérica y sumando a sus dominios el segundo gran imperio colonial de la época. Felipe II estableció su capital en Madrid, creó una inmensa maquinaria burocrática para el dominio de sus estados, y acentuó la línea de su antecesor en la defensa intransigente de la iglesia de Roma frente a la Reforma. Incrementó la actividad del tribunal de la Inquisición y cerró sus estados a toda influencia ideológica renovadora. Venció a los franceses en San Quintín (1557) y a los turcos en Lepanto (1571), pero la victoriosa rebelión de los Países Bajos, iniciada en 1567, y el fracaso de la Armada Invencible (1588), enviada para someter a Inglaterra, señalaron el comienzo de la decadencia española y el fracaso de las ideas enraizadas en el Medievo frente a la emergente burguesía protestante del norte de Europa.