FRANCIA - pág.22

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Tras la muerte de Clodoveo, el reino quedó dividido entre sus hijos, y su unidad se vio restablecida sólo por cortos períodos. La desintegración del reino merovingio favoreció el desinterés de los monarcas por los asuntos públicos y el ascenso político de los mayordomos de palacio. Entre éstos destacó Carlos Martel, que a la muerte del rey Teodorico IV, en el 737, asumió todo el poder. Su hijo Pipino el Breve depuso en el 751 al último rey merovingio y fue coronado rey, lo que significó el inicio de la dinastía carolingia. El hijo de Pipino, Carlomagno -a quien debe la dinastía su nombre-, fue coronado emperador en Roma por el papa la noche de Navidad del año 800, tras rechazar a los musulmanes en los Pirineos y vencer a los sajones, ávaros y lombardos. Con la proclamación del imperio, Carlomagno pretendió ser el sucesor de los emperadores romanos y promover un resurgimiento cultural en Europa. A su muerte lo sucedió su hijo Ludovico Pío, el cual deshizo la unidad del imperio al dividirlo entre sus tres hijos: Lotario I (reino franco occidental), Pipino (Aquitania) y Luis II el Germánico (reino franco oriental). En el año 888, el trono del reino occidental fue ocupado por el conde Eudes, que se constituyó en el primer monarca que interrumpía la línea sucesoria carolingia, con él, Francia se separaba definitivamente del imperio.