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A partir del año 1603, los cuatro países británicos, Inglaterra, Irlanda, Gales y Escocia, quedaron unidos políticamente bajo la misma corona, si bien el parlamento inglés y el escocés no se unificaron hasta el año 1707.
Jacobo I comenzó su reinado siguiendo los pasos de Isabel. Sin embargo, a partir de 1611, las relaciones con el Parlamento fueron tirantes. Su hijo Carlos I (1625-1649), que manifestó abiertamente sus apetencias absolutistas, perdió también muy pronto el favor del Parlamento. Empeñado en unificar religiosamente el país bajo la iglesia anglicana, hubo de enfrentarse a la rebelión de Escocia, que era casi totalmente presbiteriana. Tras la derrota de las tropas reales en Newburn, en agosto de 1640, Carlos I hubo de convocar el "Parlamento largo", con objeto de reunir fondos para preparar un nuevo ejército. El Parlamento se creció frente al rey, al que presentó en junio de 1642 las Diecinueve Propuestas, cuya aceptación hubiera significado para Carlos I la pérdida de todo su poder. La negativa del rey supuso el inicio de una guerra civil entre la corona y el Parlamento, que concluyó con la derrota y prisión del monarca, que, condenado por alta traición, fue ejecutado el 30 de enero de 1649.
Se instauró entonces un régimen de soberanía parlamentaria, denominado Commonwealth, durante el cual se promulgó el Estatuto de Navegación (1651) que, al obligar a realizar el comercio británico con navíos británicos, impulsó el crecimiento de la flota propia, perjudicando a la holandesa.
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