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En la naturaleza existe un número muy superior de minerales metamórficos que ígneos o sedimentarios, dado que las condiciones ambientales de presión y temperatura que requieren los primeros para su formación son notablemente más amplias. Algunos minerales de origen metamórfico son las pizarras, derivadas de arcillas; los mármoles, metamorfoseados desde las rocas calizas; las cuarcitas, procedentes de areniscas; etc.
Rocas sedimentarias. La acumulación de depósitos de material sólido sobre la superficie terrestre bajo la influencia de diversos medios, como el agua, el aire, el hielo y la gravedad, conforma las llamadas rocas sedimentarias.
Los principales procesos físicos y químicos que preparan el sedimento, como arcilla, arena y grava, para los posteriores procesos de transporte son la gravedad, las corrientes de agua, los glaciares y el viento. Estas partículas se acarrean, en un alto estado de fragmentación, a puntos finales de sedimentación como los desiertos, las depresiones submarinas, los deltas de los ríos, etc.
Normalmente, las rocas sedimentarias se clasifican en detríticas, constituidas por elementos transportados por acción mecánica como los conglomerados y las brechas (de cantos rodados y angulosos, respectivamente), las areniscas de aspecto granulado medio, y las lutitas, de grano fino; y no detríticas, derivadas de la precipitación química en aguas dulces y saladas, de la evaporación de salinas, y de la evolución de restos orgánicos de animales y plantas.
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