ABDERRAMÁN III - pág.2

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La derrota que Ramiro II de León infligió a Abderramán lII en el 939 en Simancas, debida a la deserción de la nobleza árabe, no afectó de forma sustancial a la pujanza del califato, que mantuvo en todo momento un amplio predominio sobre los reyes cristianos. Las relaciones entre Abderramán III y los fatimíes del norte de África se caracterizaron por la constante tensión. Se enfrentó repetidamente con ellos, sobre todo en combates navales, pero la contienda no llegó a decidirse en favor de ninguna de las dos partes beligerantes. Córdoba, capital de un califato que se declaraba independiente de Bagdad, alcanzó con este soberano su máximo esplendor. Abderramán III impulsó el embellecimiento de la ciudad con la ampliación de la gran mezquita y la construcción del alcázar y de la ciudad palaciega de Medina Azahara. En el terreno político y militar, el califato cordobés alcanzó en esta época un extraordinario poderío, tratándose en pie de igualdad con los imperios otónico (germánico) y bizantino. En el 961 murió Abderramán lll. La intensa actividad cultural y la prosperidad económica de la España musulmana, en la que convivían pacíficamente moros, judíos y cristianos, constituyeron el principal legado histórico del califa cordobés.