ENRIQUE IV, EMPERADOR

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Las insurrecciones nobiliarias y el enfrentamiento con el papado fueron los problemas principales del reinado de Enrique IV, uno de los protagonistas de la "querella de las investiduras". Enrique IV nació en Goslar, Sajonia, Alemania, el 11 de noviembre de 1050. Hijo de Enrique III, emperador del Sacro Imperio Romano, ocupó el trono a los seis años, lo que obligó a su madre, Inés de Poitiers, a encargarse de la regencia; no obstante, a partir del 1062, fueron los arzobispos Annon de Colonia y Adalberto de Bremen quienes controlaron el poder. Cuando Enrique IV alcanzó en 1065 la mayoría de edad, intentó reforzar el poder imperial, se rodeó de una serie de consejeros fieles y tuvo que sofocar diversas insurrecciones sajonas. El conflicto más importante lo tuvo con el papado, que había adquirido una enorme fuerza desde el reinado de su padre. La controversia de las investiduras comenzó cuando el pontífice Gregorio VII prohibió al poder laico la elección de cualquier cargo eclesiástico. Entonces, Enrique IV depuso al papa en Worms e instó a los obispos a la desobediencia. Gregorio VII respondió excomulgando en 1076 al propio emperador. Al año siguiente, Enrique IV se presentó ante el pontífice, que se encontraba en el castillo de Canosa, en el norte de Italia, y, tras humillarse, consiguió la absolución.