MALÍ, IMPERIO DE

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Entre los siglos XIII y XVI floreció en la zona occidental de África un poderoso imperio, el de Malí, que llegó a imponer su hegemonía en toda la cuenca del Níger. El imperio de Malí ocupó los territorios de la actual República de Malí y algunas zonas de Senegal y Guinea. Sus límites naturales eran, por el oeste, el océano Atlántico y, por el sur, el río Geba. El progresivo declive de la región de Ghana y el traslado más al sur de las zonas auríferas favorecieron indudablemente el apogeo del imperio de Malí, cuyos habitantes eran intermediarios en el comercio del oro. Sus orígenes están ligados a la figura de Sundiata, quien, en 1230, encabezó una revuelta contra el gobernante Sumanguru, jefe de los susu, que había sometido la región a su hegemonía. La capital se estableció en Niani, muy cerca de la que sería posteriormente la frontera entre Malí y Ghana. Las excavaciones arqueológicas han revelado que aquella ciudad constó de una ciudadela y un barrio árabe, en el que se asentaron los mercaderes. Con Mansa Musa llegó en el siglo XIV el apogeo del imperio. Se controlaron las tierras del curso medio del Níger, con las ciudades de Tombouctou y Gao, y se produjo una expansión territorial hacia los cuatro puntos cardinales: se ocuparon por el norte las explotaciones de sal de Taghaza, por el sur se alcanzó Walata, cayó Hausa en el este y, por último, se conquistó Takrur en el oeste.