Enciclopedia de Historia
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SACRO IMPERIO ROMANO - pág.3
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Otón III (983-1002), hijo de una princesa bizantina, intentó con vigor la restauración del Imperio Romano, y fijó su capital en Roma. Pero la experiencia demostró que los países situados al norte de los Alpes no podían ser gobernados efectivamente desde la urbe.
A lo largo de este primer período del imperio, la figura del emperador aparecía por encima de la del papa, que era nombrado o depuesto a voluntad del primero. Más que al pontífice de Roma se consideraba al emperador cabeza de la cristiandad.
La casa de Franconia (dinastía salia; 1024-1125)
El primer emperador salio, Conrado II (1024-1039), incorporó a los territorios imperiales el reino de Borgoña. Enrique III (1039-1056) marcó el cenit del poder imperial. Con la aparición de dos papas de acentuada personalidad, Nicolás II y Gregorio VII, la iglesia comenzó a liberarse, a partir de 1059, del poder directo del emperador. La larga querella de las investiduras (1076-1122) se desarrolló entre el papado y los emperadores Enrique IV (1056-1106) y Enrique V (1105-1106) y concluyó con el concordato de Worms (1122). La controversia no fue sólo teológica y jurídica, sino que llegó en ocasiones a la lucha armada. Las ciudades italianas intervinieron en ella, en busca de su independencia del poder imperial.
El acuerdo al que llegaron en Worms el papa y el emperador hizo distinguibles por primera vez la potestad papal y la imperial, y, aunque la iglesia perdió gran parte de su poder temporal, dejó de estar subordinada al emperador en las cuestiones de índole espiritual.
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