SOLIMÁN EL MAGNÍFICO

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Bajo el reinado del sultán Solimán el Magnífico el imperio otomano llegó a su máximo esplendor político y cultural. Solimán I, llamado el Magnífico en occidente y el Legislador por sus súbditos, nació en 1494 o 1495. Hijo del sultán Selim I, fue gobernador de varias ciudades antes de suceder a su padre en 1520. Inició su reinado con varias campañas contra los estados cristianos del Mediterráneo y la Europa oriental, y ya en 1521 tomó Belgrado y un año más tarde la isla de Rodas. En 1526 infligió una terrible derrota en Mohács al ejército del monarca húngaro Luis II, que perdió la vida en la batalla, y de esa forma se aseguró el dominio de la cuenca del Danubio y pudo nombrar rey de Hungría a Juan Zápolya, que le juró vasallaje. Con objeto de truncar las aspiraciones al trono húngaro de los Habsburgo austriacos puso en 1529 sitio a Viena, pero no consiguió apoderarse de la ciudad. En 1533 Solimán firmó una tregua con el archiduque Fernando de Austria y, siempre deseoso de lograr la expansión de su imperio, comenzó una serie de expediciones contra la Persia safawí que le dieron la posesión de Irak y varias regiones orientales de Asia menor. Mientras tanto, la muerte de Juan de Hungría en 1540 hizo volver su atención a la Europa oriental, y tras la captura de Buda estableció esta ciudad como centro de la Hungría otomana.