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Aparte de estas funciones, que son las fundamentales, otras de carácter más secundario son la de contacto, cuyo objeto es asegurar la comunicación entre los interlocutores (a este fin sirven enunciados como "oiga", "diga" o "escucha"); la metalingüística, que toma como objeto el mismo lenguaje; y la poética, en la cual la actividad verbal tiene como centro de interés el propio mensaje. Esta última función resulta básica en la literatura, especialmente en la poesía, cuyo propósito primordial es que sea la propia forma externa del mensaje la que fije la atención del oyente o lector. En el otro extremo se hallan los escritos técnicos y científicos, donde la función que priva es la declarativa o comunicativa y el lenguaje pretende ser lo más neutro y claro posible.
Adquisición del lenguaje
Los niños adquieren el lenguaje por imitación de los adultos que los rodean y, en gran medida, a través de juegos realizados con los sonidos y los vocablos. Desde los primeros balbuceos, el niño asimila sus primeros fonemas, de los cuales, los primeros que se aprenden son los oclusivos /p/, /t/, /k/ y el nasal /m/. La repetición de una serie de sonidos asociados a un contenido da lugar a la aparición de los primeros vocablos, generalmente a fines del primer año de vida, que suelen ser de naturaleza repetitiva (palabras como "papá" o "mamá", de hecho, proceden del lenguaje infantil).
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