Enciclopedia de Medicina, anatomía y fisiología
|
TACTO, SENTIDO DEL
Indice General
|
Enciclopedia de Medicina, anatomía y fisiología
Página 1 de 2
|
El conocimiento del mundo circundante que el hombre adquiere ya desde los primeros meses de su vida se debe en gran parte al sentido del tacto. Tocar, manipular, asir son actividades básicas para el desarrollo no sólo físico sino también mental y afectivo del ser humano.
El sentido del tacto permite obtener información sobre un gran número de propiedades mecánicas, textura, grado de dureza, etc., de los cuerpos físicos. Los receptores sensoriales táctiles, denominados en general tangorreceptores, se encuentran en la mayor parte de los grupos animales, tanto en la superficie del cuerpo como en diferentes órganos internos y permiten conocer las características del entorno inmediato y también el estado de muchas estructuras orgánicas.
En los invertebrados, los tangorreceptores suelen aparecer como filamentos, pelos o proyecciones sensibles al roce, al contacto o la presión, de los que son buen ejemplo los tentáculos táctiles de los moluscos gasterópodos, como el caracol, o las antenas de crustáceos e insectos, que cumplen además una importante función olfativa. Suele tratarse de terminaciones nerviosas libres provistas de una ramificación más o menos abundante.
En los vertebrados, los receptores táctiles cutáneos, alojados en la piel, consisten en terminaciones de células del epitelio que en su base conectan con una prolongación nerviosa. Existen asimismo los llamados propioceptores u órganos receptivos del tacto interno, situados en músculos, tendones, membranas y zonas del tejido conjuntivo, los cuales tienen una gran importancia pues aportan una información vital acerca de la tensión a que se hallan sometidas estas estructuras, la postura del cuerpo, etc.
|
< Anterior
|
Siguiente >
<<<
1
2
>>>
|
|
|
|