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). Los asentamientos, los abrigos y los pozos de tirador se unen entre sí por ramales de trinchera, que son defensas de tierra que cubren el cuerpo del combatiente.
Por su parte, las posiciones defensivas son las zonas del terreno que ocupan las unidades militares (pelotones, compañías, batallones, etc.), y constan, además de los anteriores elementos, de obstáculos tales como campos de minas, alambradas, zanjas contracarro, trampas, árboles derribados, etc., y de espacios despejados para facilitar el fuego de las armas asentadas. Las protecciones de las armas pueden tener el techo protegido por una bóveda, o casamata, o estar al descubierto, caso en que se dice que están a barbeta. Cuando las obras de fortificación son tales que se hallan en condiciones de resistir el fuego de determinadas armas se denominan, según los casos, a prueba de bomba, obús, mortero, etc. Las fortificaciones de campaña o permanentes han de planificarse teniendo en cuenta el aprovechamiento de los obstáculos naturales y técnicas de enmascaramiento o camuflaje.
La fortificación proporciona al defensor la mayor ventaja en la utilización del terreno, al tiempo que dificulta su uso por el enemigo. Su acertada elección impide el paso de aquél por determinados lugares, lo canaliza hacia otros menos favorables y lo obliga a desplegarse, con los beneficios estratégicos que se derivan de todo ello para las tropas fortificadas.
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