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Los efectos de las armas han sufrido una evolución vertiginosa en los tiempos modernos: así, las pérdidas humanas producidas en la primera guerra mundial fueron situadas en torno a 9.700.000, mientras que las de la segunda, a pesar de las dificultades de estimación, superaron los 35 millones.
El estudio de la guerra precisa de una aproximación a la evolución de las armas y, con ella, a la estructura orgánica de los ejércitos. De ambas resulta la concepción de las maniobras.
Tiempos antiguos: la guerra primitiva. Desde tiempos antiguos existieron armas ofensivas como el venablo, la lanza o la espada, y armas defensivas, como el escudo, los petos y las más o menos perfeccionadas armaduras. Las tácticas de los grupos guerreros eran primitivas, de simples encuentros ganados por el más fuerte.
Hacia el año 1800 a.C., los hicsos, procedentes del sur de Asia, introdujeron el carro de guerra tirado por caballos, con uno o dos arqueros; los carros precedían en la batalla a los soldados a pie, con la finalidad de romper las formaciones enemigas. En Egipto el faraón Tutmosis I mejoró los carros y dividió su infantería en pesada, con lanza y escudo, y ligera, con arco, hacha y honda.
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