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En el siglo XVI, el armamento de los buques de guerra era unas quince o veinte piezas entre cañones y culebrinas, aunque un buque grande, como el "Henry Grâce à Dieu", de Enrique IV de Inglaterra, llegaba a artillarse con 186 piezas. En el enfrentamiento de la flota turca con la de la liga de Venecia, España y los estados papales en 1571, en Lepanto, además de galeras de remos combatieron galeazas, que significaban la transición del remo a la vela. En este siglo, el galeón, de unas 500 toneladas, que se armaba con cañones por ambas bandas, sustituyó a la llamada carraca como buque principal.
En el siglo XVII, un barco tipo como el "Sovereign of the Seas", de tres mástiles, desplazaba 1.500 toneladas y montaba cien piezas artilleras. Las batallas navales entre flotas de entidad y técnica similares provocaron tácticas como el ataque en "línea", que dio origen a la denominación de buque de línea, para designar a la embarcación principal de una flota.
La proliferación de palos en los navíos determinó la diferenciación de dos formas de ataque. Se distinguió así el ataque "a desarbolar", táctica española y francesa, del tiro "a hundir", aproximándose mucho al enemigo, que fue la táctica inglesa.
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