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Indice General | Enciclopedia de Música y danza

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La introducción de los teclados solistas determinó a su vez una ampliación de las posibilidades acústicas y armónicas y, al mismo tiempo, consignó el paso hacia formas estilísticas que culminaron el concierto clásico. Desarrollo evolutivo La transición del concerto grosso a las manifestaciones clásicas de este tipo de composición está marcada por obras cumbre del género como es el caso de los Conciertos de Brandeburgo de Johann Sebastian Bach o de los 27 conciertos para piano de Wolfang Amadeus Mozart. A lo largo del siglo XVIII, el concierto alcanzó cotas de creciente complejidad, tanto en lo que respecta a su forma como en lo que atañe al tratamiento de las partituras individuales de cada uno de los instrumentos. Así, la influencia de otras composiciones, como la sinfonía y la sonata, introdujo variaciones entre las que se encuentra el denominado ditematismo, consistente en la exposición de dos temas diferentes, por parte del conjunto y del solista sucesivamente, dentro de un mismo movimiento. En este período también se registró la evolución del denominado concierto vocal hacia formas más generalizadas de música coral como el oratorio o la cantata (tanto religiosos como profanos). La figura de Ludwig van Beethoven constituyó un revulsivo de carácter crucial para la música concertante: sus conciertos, grandiosos y vibrantes, obligaban al solista a aportar todo su virtuosismo para equipararse a la compleja ejecución de la potente orquesta.