FUGA

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Como evocación de los intricados elementos decorativos del barroco, las fugas, manifestaciones musicales consustanciales a tal época, moldean, deforman y entrecruzan melodías sencillas hasta convertirlas en auténticas bóvedas sonoras, repletas de ecos y concomitancias. La fuga es una composición musical escrita para varias voces o partes instrumentales que se basa en la sistemática repetición de una frase o tema principal a través de dos o más líneas melódicas simultáneas. La técnica de la fuga tiene su origen en las piezas polifónicas medievales y se basa en las leyes del contrapunto desarrolladas en la música occidental a partir del siglo XIII. El modo contrapuntístico consiste en cohesionar de modo armónico distintas voces al tiempo que se desplaza el núcleo melódico de la obra de unas partes a otras del conjunto coral, en una suerte de diálogo musical. El modelo más sencillo de contrapunto es el canon, en el que las voces se imitan con precisión entre sí en entradas sucesivas. La fuga, que también utilizó la técnica imitativa, configuró de modo progresivo toda una serie de reglas propias y recursos que la condujeron a un brillante apogeo en el siglo XVIII, testimoniado por las célebres composiciones de Johann Sebastian Bach. Elementos de la fuga Aunque los patrones y variedades empleados a lo largo de la historia de la música han alcanzado una ingente diversidad, pueden señalarse algunas características comunes a todos ellos.