Anglicanismo - pág.4

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El reinado de María Tudor, hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón, supuso la vuelta de la comunión con Roma. Su política fue tan desacertada y la persecución de los protestantes tan extrema que su único resultado fue el de ofrecer numerosos héroes y mártires a la nueva iglesia. El largo y próspero reinado de Isabel I, sucesora de su hermanastra María en 1558, consolidó definitivamente la instauración anglicana. No faltaron, sin embargo, en los siglos posteriores tensiones en el seno de la iglesia anglicana, hasta el punto de que ha podido hablarse de la High Church (Alta Iglesia), más cercana al catolicismo, y de la Low Church (Baja Iglesia), de posiciones más reformistas. La guerra civil de 1642, en la que los puritanos, acaudillados por Oliver Cromwell, se alzaron con la victoria, tuvo un origen religioso. Otro movimiento religioso motivado por las simpatías que el rey Jacobo II mostró por los católicos supuso el fin de la dinastía de los Estuardos. En la primera mitad del siglo XIX se produjo un importante movimiento renovador en el seno de la comunidad anglicana. Conocido con el nombre de movimiento de Oxford, su figura más notable fue John Henry Newman, clérigo anglicano que, convertido al catolicismo en 1845, fue después designado rector de la Universidad Católica de Dublín y nombrado cardenal por el papa León XIII en 1879.