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A los treinta y cinco años, ya convertido en un buda, supo que todo es relativo, que nada permanece, y que es posible escapar a la apariencia. En Buddh Gaya se venera aún un árbol descendiente de aquel en que descansó Buda.
Sus discípulos se habían apartado de él cuando decidió abandonar el ascetismo extremo; Buda fue en su busca, y tras algunas vacilaciones volvieron a su lado. Buda pronunció entonces, en sánscrito, su primer sermón, el sutra de las cuatro nobles verdades, que constituyen el dharma, la verdad, donde caracterizó la condición humana y mostró el camino para liberarse de ella. En poco tiempo sus seguidores aumentaron hasta el número de sesenta; después de entrenarlos, Buda los envió a predicar el nuevo mensaje a la humanidad.
Él, por su parte, se dirigió a Uruvela, donde pronunció el célebre sermón de fuego, y más tarde al reino de Magadha. Allí conquistó aún más discípulos, y luego visitó a su familia, convirtiendo al nuevo credo a sus padres, a su mujer, a su hijo Rahula y a su primo Ananda, que se convirtió en su principal apoyo. Invitado al reino de Kossala, fundó en Rajagatha, su capital, en la región de Bihar, el famoso monasterio de Jetavana que fue el primer centro desde donde irradió el budismo por toda la India y los países cercanos.
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