Santa Catalina de Siena

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La inmensa popularidad de que gozó durante su vida y después de su muerte, su participación en los conflictos políticos de su época y sus intensas experiencias místicas convirtieron a santa Catalina de Siena en una figura excepcional entre los santos de la Iglesia Católica. Catalina Benincasa nació en Siena, Toscana, Italia, el 25 de marzo de 1347, en una numerosa y modesta familia. Apenas tenía seis años cuando por primera vez, según la tradición, se le apareció Cristo. Para entonces ya había elegido una vida de mortificaciones y plegarias, y a los veinte años fue admitida en su orden por las terciarias dominicanas, que llevaban una vida religiosa fuera del claustro. Pronto su santidad y ascetismo se hicieron célebres, y, tras recibir del Señor los estigmas de la Pasión, decidió entregarse a una labor en pro de la iglesia para reorganizarla y hacerla volver a los principios cristianos. A fin de lograr sus objetivos, comenzó a predicar una cruzada contra el Islam, mas, ante la turbulenta situación italiana, marchó a Aviñón, por entonces sede pontificia, y convenció al papa Gregorio Xl para que regresara a Roma, lo que hizo en enero de 1377, como única forma de lograr la paz en Italia.