Concilio - pág.5

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En estas circunstancias se llevaron a cabo diversos concilios, de los cuales unos han sido reconocidos como ecuménicos y otros como meramente locales e incluso cismáticos. El concilio de Pisa (1409) no fue reconocido como tal; el de Constanza sólo fue ratificado en algunos de sus cánones; fracasó un intento de concilio en Pavía. El concilio de Basilea (1431) fue convocado por el papa Eugenio IV a instancias del emperador germánico Segismundo, pero después de que los cardenales se negaran a su clausura por el papa, prosiguió separado de él, proclamó la superioridad del concilio papal, y le designó un sucesor. Eugenio IV trasladó el concilio a Ferrara y posteriormente a Florencia, y el emperador Federico III expulsó de Basilea a los pertinaces. Pío II declaró herética la doctrina del conciliarismo, pero la iglesia continuó dividida, y el quinto concilio de Letrán (1512-1517) no consiguió solucionar la situación . Los grandes concilios modernos. El concilio de Trento, que se desarrolló entre 1545 y 1563, se inició con poco entusiasmo debido a los malos recuerdos de los últimos concilios, hasta el punto de que a la primera sesión sólo asistieron 34 padres conciliares. Sin embargo, constituyó el punto de reacción de la Iglesia Católica ante la Reforma protestante, tanto en cuestiones disciplinares como en sus proclamaciones dogmáticas, especialmente sobre la doctrina de la revelación y de los sacramentos, con lo que se dio origen a la llamada contrarreforma.